Al apagarse el esplendor de la primera dinastía de Ur, la decadencia cayó sobre Sumeria como si el propio Enlil hubiera regresado a terminar su trabajo. Y cada ciudad se enfrascó en una contienda armada con su vecina, para ver qué señor se quedaba con el poder absoluto. Sin prestarle atención a esto, algunas tribus de Titíes de Sem bajaron de los montes Zagros con un espíritu pacífico, se dedicaron al comercio y vagaron como nómadas de un sitio a otro. Pero si bien la integración comercial era aceptada, ningún sumerio se imaginaba a un extranjero como pariente. Mucho menos cuando algunos de ellos se embarcaron en actos de pillaje. Aún así, el correr del tiempo hizo que los Titíes Semitas fueran mayoría y muchas costumbres de ambos pueblos se fueron fusionando.
Los descendientes de Lagash, el fundador de la ciudad, habían subido a los Zagros cientos de años atrás, huyendo de sus contemporáneos. Encontraron refugio en un grupo de Titíes que se hacían llamar Gutis o "Dragones de Montaña", y se emparentaron con ellos sin recelos ni racismos. Habían aprendido el arte de curar y la defensa personal antes de llegar, propiciadas ambas por Atrahasis, el sabio. Los conocimientos de unos y de otros hicieron de su unión una verdadera fortaleza. Cuando Ur cayó, algunos Lagash bajaron a su antigua tierra, con la esperanza de encontrar refugio, como mercaderes. Pero al mayor cargo que un guti aspiró fue el de jardinero del rey. No querían que las clases sociales se mezclaran, pero eso sólo propició que su futuro rey fuera más condescendiente con estas medidas. No se imaginaban que el linaje del jardinero, era el linaje de su señor.