La ciudad era tan importante como el nombre que portaba, aunque pocos recordaban su origen. Lagash había sido un humilde pastor, que se había convertido en héroe al acabar con un terrible lobo que acechaba a los rebaños y a las familias. Con sencillez había fundado el pueblo que se volviera ciudadela, organizando a los distintos personajes para que dieran lo mejor de sí en favor del resto. Por supuesto, como todo fundador, un día fue expulsado, un poco por envidia, otro poco por vaya a saber uno qué. Se volvió un solitario, pero encontró refugio en la familia de Atrahasis, el mago sabio, quien lo inició en el arte de curar y defender. Así se volvió padre de héroes, no sólo de su generación sino de las futuras.
Una profecía se oyó en esos días "un hijo de Lagash heredará el trono de Lagash". La ciudad mientras tanto siguió creciendo hasta ganar gran importancia entre sus contemporáneas. Fue gobernada por reyes independientes al resto de Shinar (Sumeria), empezando por Ur Nina. Sus principales enemigos fueron los Elfos Elamitas, que habitaban en el este; y los monarcas de Kengi y Kish, en el norte. El nombre Lagash siguió, como apellido, entre los primos y sobrinos de aquel noble fundador, y en algún momento, uno de sus tataranietos regresó, aunque nadie lo reconoció. Los soberanos que siguieron a Ur Nina fueron Enhegal; Lugalshagengur y Ur Nanshe, primer usurpador del trono. Su sucesor, Akurgal, arremetió contra la ciudad de Umma, en un intento de dominio perpetuo que terminó con su vida, porque era una época en la que los reyes salían a combatir con sus hombres. Eannatum, nieto de Ur Nanshe, fue el heredero elegido para seguir la guerra y resultó un verdadero arrasador. Conquistó todo Sumeria, incluyendo las ciudades de Ur, Nippur, Akshak, Larsa y Uruk -gobernada en ese momento por Enshakushanna. Sus victorias lo llevaron a anexar el reino de Kish a su imperio, el que sólo logró independizarse tras su muerte. A Umma la hizo tributaria de Lagash, haciendo que los ciudadanos pagasen cierta cantidad de grano por individuo. Su historia quedó grabada en la "Estela de los Buitres", un grabado que muestra soldados de Lagash pasando junto a los cadáveres enemigos, los que son devorados por buitres y perros salvajes. Eannatum amplió sus fronteras más allá de Sumeria, conquistando parte de Elam, incluida la ciudad de Az. Y también le exigió tributo a la ciudad de Mari. Como todo imperio, el suyo también comenzó a agrietarse, sobre todo por rebeliones internas. Pero mientras duró, hizo crecer mucho a Lagash, construyendo palacios y reconstruyendo Nina, donde creó canales y embalses. Finalmente fue sucedido por su hermano, Enannatum I, también conocido como Ensi, tras morir en la batalla. Umma se rebeló contra Lagash en más de una oportunidad durante el reinado de Ensi, pero sus intentos de independencia fueron sofocados en tiempos de su sucesor: Entemena, cuando la ciudad rebelde era liderada por un hombre que se decía rey: Ur Lumma.
Su hijo, Ur Lumma II, vio finalmente la derrota. Y Entemena firmó una alianza con el monarca de Uruk, Kimishedudu, que controlaba a Ur, Kish y Akshak, además de su propia ciudad. Su vástago, Enannatum II, subió al poder tras su muerte, pero fue derrocado por Enetarzi, que se subió al trono sin parentesco alguno. Enetarzi no sólo era guerrero, sino mago, lo que hizo decisiva su victoria y abrió un nuevo tiempo para los suyos; los magos entraban en las batallas de reyes. Lugalanda lo heredó, y todo el estrato mágico adquirió un gran poder, llevando a grandes reformas.
Urukagina, cansado de los abusos de su monarca, dio un golpe de estado, valiéndose de una espada forjada en las fauces de un dragón, y de magos de buen corazón. Intentó abolir las clases sociales, disminuyó los impuestos y sus propios privilegios de rey. Su esposa, Shasha, nunca se apartó de su lado.
Lugalzagesi de Umma conquistó Lagash, al igual que el resto de Sumeria, pero su poder no duró mucho. Sargón I de Acad lo derrotó, cumpliendo la profecía.