Etana subió al trono de Kish, en el país de Shinar, queriendo ser un buen rey y un buen padre. Pero el tiempo pasaba y su anhelo de paternidad no llegaba. Por lo que consultó a Atrahasis.
-Deberás subir a la montaña más alta de los Zagros, donde florece una hierba que ayuda a las mujeres a concebir -le dijo.
Etana se encaminó hacia el oriente y al llegar al pie de la montaña se encontró con una serpiente.
-Subiré antes que tú y envenenaré la hierba -siseó-, para que tu reinado no tenga descendencia -concluyó alejándose entre la maleza.
Etana rugió furioso y desenvainó su espada. Pasó un rato desmalezando los pastos sin encontrar a su enemiga. Y viendo que perdía el tiempo siguió su camino.
A mitad del sendero volvió a ver a la víbora, que peleaba contra un águila enorme. Compadeciéndose del rapaz, se acercó a ayudarlo. Cortó con su arma la cabeza enemiga y al instante vio al ave muriendo por la venenosa.
-No llegarás arriba si no te ayudo -dijo el águila y con su últimas fuerzas elevó al rey hasta la cima.
Etana recogió la hierba milagrosa y el águila lo dejó al pie de la montaña, muriendo al instante.
El rey tomó la imagen del rapaz como emblema y dio a su mujer la hierba en té. Así tuvieron a Balih, que lo llenó de felicidad y lo sucedió en el trono.
A Balih lo sucedió Enmenuna; a éste Melem Kish; y a éste Barsal Nunna.Tras su muerte, Zamug subió al trono, seguido de Tizqar, Ilku e Iltasadum.
Enmenbaragesi fue su sucesor y el primero en llevar título de rey propiamente dicho: Lugal u hombre grande. Extendió su conquista por el valle de Diyala, llegando hasta Elam, tomando el control de la ruta comercial de los Zagros y el corazón de Irán. Su hijo, Agga, fue el último en gobernar desde Kish, cuando el poder pasó a Uruk.