Marduk, hijo de Enki, hizo un camino de reconciliación luego de matar a Tiamat por pedido de su padre. Por eso su corazón no se oscureció y fue heredero del mismísimo Anu.
Esa herencia incluyó un pueblo, hijos adoptivos de Anu y Ki, conocidos por todos como los Anunnaki.
Si Enki había sido favorito de muchos por sus dones de magia y agua, aún más lo fue Marduk, mago, arquero y aquamánido.
Su camino de reconciliación no le duró lo que hubiera esperado, y una vez casado con Zarpanitu, volvió a la faceta guerrera. Era una época en la que los hombres pensaban que podían ser héroes aún habiendo matado a otro ser humano.
Cuando Marduk llegó a Nippur, expulsó a Enlil por sembrar el caos entre los Medianos. Y permaneció como Campeón de la ciudad. Uno de sus mayores desafíos fue enfrentarse a Ashur, un Titán extranjero al que venció con ayuda de los Anunnaki. Sin embargo no hubo alegría en aquella victoria, porque las palabras del extraño permanecieron como una profecía, turbando su corazón
"Hoy me vences Marduk, hijo de Enki. Pero llegará el día en que los Titanes seamos dioses para los Medianos. Ellos nos servirán como esclavos, y ese día, Marduk, tendrás que elegir ser señor con los tuyos o perecer con los sirvientes".
La guerra de los Titanes contra los Hombres demoró en llegar. Empezó como una sucesión de batallas aisladas. Pero finalmente llegó a su punto de inflexión, volviéndose un combate racial donde los dones dados por Elohim para el bien, se convirtieron en armas climáticas.
Marduk intervino en favor de los Medianos, primero con ayuda de los Anunnaki, luego sometiendo a Mushusu, el dragón dorado -quien finalmente se volvería en su contra y sería derrotado por Dann, el Mago.
Marduk y gran parte de los Anunnaki murieron en la guerra, lo mismo que su hijo Nabu y su esposa. En el futuro se los recordaría como unos de los pocos Titanes que habían defendido a los Medianos de la ira de sus pares.