Anu era un Titán que tenía el poder de volar, pero también de manipular el aire y los vientos a su voluntad. Pasaba la mayor parte de su tiempo flotando a una altura considerable, por lo que muchos decían que vivía más tiempo en el cielo que en la tierra. Pero esa era sólo una parte de toda la verdad, porque además él tenía la capacidad de respirar fuera de la tierra. No era extraño verlo jugar con las estrellas, formando constelaciones y figuras fantásticas.
Al casarse con Ki, se fueron a vivir a la montaña más alta de todas, para estar cerca del firmamento. Ella no volaba, pero podía modelar la tierra hasta que esta tocara el cielo. Su amor los hizo padres y antepasados de los Anunnaki, entre otros. Conocieron de primera mano como cultivar y cosechar el trigo, la cebada y el cáñamo, lo que enseñaron a su hijo Enlil, para que éste a su vez pasara el conocimiento a los Medianos. No dudaron en ayudar a las madres solteras, y fueron como segundos padres para los hijos de éstas, en especial para Enki, Ningikuga y Nin'insinna. Sin embargo no todo salió como el matrimonio esperaba.
Enlil, celoso de la paternidad de sus progenitores hacia otros, decidió esconder el secreto del cultivo y la cosecha en la montaña; y se fugó a Ekur, en la ciudad de Nippur, que por ese entonces ya había sido habitada por Medianos. Sembró el caos y, tras seducir a la titánide Ninlil, fue expulsado con la orden de no regresar. Enojado con la vida, se estableció en las tierras de Kur. Pero pronto recibió el consuelo de la joven que había querido para sí. Juntos trajeron al mundo a dos hijos: Suen, que nació con el don de reflejar los rayos del sol a su antojo, como si fuera la mismísima luna; y Ninurta.
El tiempo y la paternidad hicieron que Enlil volviera a ver la luz, y pudiera adoptar a otros hijos, entre los que se destacaron Nisaba (quien lo convenció de enseñar a los Hombres el uso del grano); Pablisag (fundador de la ciudad de Larak) y Namtar (que se rebeló como su padre y vagó por el mundo haciendo cosas terribles, hasta que comprendió cual era el camino).
Anu y Ki volvieron a ver a Enlil, y junto al resto de sus descendientes, pudieron al fin disfrutar de sus nietos, que no eran pocos.